viernes, 3 de diciembre de 2010

UN CONSENSO PARA EL DESARROLLO

Es necesario el fortalecimiento del sistema de partidos políticos y de la UCRen especial. Solo así se podrán alcanzar los consensos necesarios entre las fuerzas políticas democráticas y populares que garanticen el desarrollo nacional.

Por Federico Storani.


La Argentina tiene una gran oportunidad para consolidar las bases de una política de desarrollo sustentable. Esto es así, porque felizmente se sigue presentando una coyuntura internacional económica claramente favorable para nuestro país.

El mundo demanda alimentos y lo seguirá haciendo por mucho tiempo, sobre todo aquellas naciones que crecen vigorosamente como China y la India. En el caso argentino nos vemos claramente favorecidos además por el sostenido crecimiento de Brasil que funciona como una locomotora traccionando a toda la región. Los commodities siguen con altos precios y las tasas de interés permanecen bajas debido a los ingentes esfuerzos que realiza el presidente Obama por superar la recesión que afecta a los Estados Unidos y al resto de los países centrales. Es por esto que sostenemos que no se avizoran para la Argentina desde el punto de vista macroeconómico inconvenientes serios.

También el mercado de bonos nacionales, nominados en dólares o en pesos, ajustados por CER o al PBI, a una tasa de referencia como Libor o Badlar, tasa fija o variable, entre otras, o en las variantes que fueran, dejan atrás las nefastas proyecciones que se preveían para el 2009. Los inversores mantienen sus ofertas en el mercado de bonos, con tasas de retorno a niveles del 2002, hoy retornan los máximos del 2007, la bolsa ha vivido una variación positiva del 80% desde finales del 2008, comparado con otros mercados internacionales la argentina ha experimentado un gran repunte.

Parte de ese repunte puede tener un origen especulativo pero también existe una perspectiva muy positiva para los tiempos venideros. Capitales externos y genuinos retornan a los mercados de capitales, y esto impacta directamente en las tasas de interés y en el desaceleramiento del dólar.

La coyuntura económica para la Argentina es favorable, el marco internacional nos ofrece una nueva oportunidad para el desarrollo, también hay que considerar la caída del riesgo país y los excelentes precios internacionales para nuestros commodities. En éste sentido la perspectiva de que ésta sea una tendencia a largo plazo, debería ser aprovechada para que las empresas representativas contribuyan al sector impulsando a las PYMES. Si se consiguiera también ese objetivo se lograría un empuje que aportaría decididamente al crecimiento del conjunto. La política económica oficial debería hacer su aporte por medio de la disminución en la tasa de interés. Ésta es la hora para dar lugar al desarrollo de proyectos de inversión que incentiven al sector y, por supuesto, sostenerlas con Políticas de Estado acordes a la situación.

El problema, nuestra principal dificultad, sigue siendo política. La falta de madurez de la dirigencia política argentina es alarmante. Parecemos detenidos en reyertas similares a los culebrones televisivos y sumidos en la feria de vanidades individuales que tanto daño nos han hecho.

Es imprescindible cambiar el eje del debate, salir de la discusión personalista y pensar estrategias a mediano y largo plazo que permitan aprovechar la coyuntura anteriormente descripta.

Hay otro mito que es necesario derribar, el impulso de estas ideas, de éste esbozo que debe servir como el puntapié inicial del debate, no responden a una genialidad ni a un estudio aportado por algún premio Nobel de Economía ni al trabajo de un grupo de gurúes dueños de un saber hermético o milenario. Estas ideas, que deben ser armonizadas en el marco de un programa completo de gobierno, necesitan de un armado político que pueda sostenerlas por encima de la presión del mercado, de los intereses de los mas poderosos o de las políticas populistas a las que a veces somos tan afectos en la Argentina al entenderlas como un atajo hacia el futuro. Y hablamos del populismo argentino porque lamentablemente el populismo parece ser una rémora del pasado que en Latinoamérica solo se sufre en la Argentina.

Es por eso que no estamos buscando genios ni adivinos. Estamos tratando de consensuar las no más de cinco o seis Políticas de Estado que puedan ser objeto de coincidencias entre las fuerzas políticas mayoritarias y entonces sí, se logrará el objetivo. Esto no tiene nada que ver con pactos o acuerdos electorales, pero sí con la necesidad de que las principales fuerzas políticas, esto es Radicalismo liderando un espacio socialdemócrata moderno y el peronismo en sus diferentes variantes, acuerden sobre las políticas de estado.

Sobre esto me he estado refiriendo públicamente en los últimos días, que no es otra cosa que las ideas compartidas con Raúl Alfonsín y repetidas hasta el cansancio. Cualquiera otra interpretación es malintencionada y no responde al pensamiento que siempre nos ha identificado.

En la madurez de nuestra dirigencia, que hoy no parece estar a la altura de las circunstancias, está el porvenir de la Argentina sin necesidad de imitar ejemplos internacionales lejanos, basta con observar lo que acontece en Brasil, Chile o Uruguay.

Y el consenso sobre esas políticas de Estado requiere estudio esfuerzo y compromiso. Nadie va a negarse a firmar una declaración que impulse el federalismo, la educación, la salud, el combate a la pobreza y el modelo productivo. Pero existe el riesgo de que sin representatividad y sin legitimidad social, que son las únicas garantías para impulsar un gran acuerdo, se coincida en vaguedades o en buenos augurios imposibles de aplicar.

Si la Argentina se decidiera de una buena vez por atar su destino al del resto de los países del MERCOSUR, para vivir un despegue similar al que ellos están viviendo a través de una etapa floreciente de sus economías, debería realizar una poderosa inversión, con fondos estatales y también privados, en energía. Es imprescindible debatir sobre una nueva matriz energética y sobre como financiarla para sostener el incipiente crecimiento que debería provocar aquella coyuntura internacional favorable de la que hablábamos.

Hay allí dos Políticas de Estado claves para reimpulsar y para redefinir: MERCOSUR y matriz energética.

Un País serio que trabaja en la búsqueda del desarrollo debe también mejorar la equidad del sistema impositivo, entre otras cosas peleando contra toda forma de evasión; y democratizar, de una buena vez, las instituciones sindicales.

Hace pocos días la Fundación Alem y el Comité Nacional de la UCR han planteado como un objetivo estratégico para los años venideros el desarrollo sostenible e integral de los territorios rurales como objetivo general. Como objetivos específicos, fija, entre otros, los siguientes lineamientos: El incremento de la producción de granos, leche y carne en un 50 por ciento; el incremento de la producción y la productividad de los productos estratégicos de las economías regionales; el aumento de las exportaciones de productos elaborados; el fortalecimiento de los productores capitalizados; el fortalecimiento de los pequeños y medianos productores y la agricultura familiar; el ataque a la pobreza rural; la alimentación de los sectores indigentes y pobres de la sociedad; la desconurbanización como estrategia central en el diseño y ejecución de políticas públicas.

La propuesta incluye, como medios, políticas para disminuir las incertidumbres climáticas, y también la incertidumbre que provoca el mercado y las de orden macroeconómico; propone un programa federal para las producciones no pampeanas; el ordenamiento territorial; pautas para nuevas leyes de arrendamientos, suelos, de semillas, de carnes y un marco legal para la cuota Hilton.

También plantea la reforma del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa); la eliminación gradual de las retenciones y su reemplazo por el impuesto a las ganancias y al patrimonio (y segmentación mientras se mantengan parcialmente vigentes); organismos específicos para la promoción, control y arbitraje en la comercialización; fondos específicos anticíclicos; subsidio a la demanda de alimentos para los sectores más postergados.

Es esta otra Política de Estado fundamental.

Está claro que ése debate, esas ideas, proponen una discusión mucho mas racional que plantearle la guerra a los chacareros como se hizo durante todo 2008 luego de que el gobierno de los Kirchner hiciera política punteril gracias al boom sojero de todos estos años.

No hay dudas que en el periodo 2002/2007 la Argentina experimentó un crecimiento económico muy importante pero al mismo tiempo se ha deteriorado gravemente la calidad de vida, la expectativa de alcanzar el desarrollo humano.

Existen algunos ejemplos que dan cuenta sobre la manera en que no se aprovechó la coyuntura internacional para impulsar el desarrollo ni tampoco para alcanzar un mejor standard de vida. Porque el colapso de la infraestructura degrada la calidad de vida ante la ausencia o la deserción del estado.

No es intención abrumar con números o estadísticas pero en los últimos años es asombroso el crecimiento del drama que significa la inseguridad vial, que ha convertido a la Argentina en una de las naciones que ostenta el triste récord de 26,2 muertos cada 100 mil habitantes; sólo superado por Méjico cuya tasa de mortalidad es de 28,9 cada 100 mil habitantes.

Por supuesto, que las causas son múltiples pero como si se tratara de una macabra metáfora todas se conjugan en la Argentina: desde la falta de educación, nuestro tradicional desapego a las normas, pero especialmente la falta de infraestructura, el colapso de las rutas y las malas decisiones políticas en inversiones vinculadas al transporte.

Los informes difundidos por las ONG`s vinculadas a estas cuestiones arrojan saldos cada vez mas luctuosos año tras año. Una verdadera epidemia.

Mucho se ha hablado sobre esto y poco se ha hecho, incluidos los debates parlamentarios para modificar la legislación. El artículo 9 de la Ley Nº 24.449 de tránsito y seguridad vial, sancionada en 1994, dispone incluir la educación vial en la enseñanza preescolar, primaria y secundaria, pero se ha tardado años, décadas en implementarlo.

Otro ejemplo lo constituye la famosa “panamericana”, que atraviesa dos ferrocarriles de alta frecuencia, el Belgrano y el Mitre, con un caudal de 700 mil vehículos por día. En 54 años de operación de esta autopista no hubo ningún accidente porque ambos cruces están a distinto nivel. Parece elemental. Pero lo cierto es que los pasos en ciudades contabilizan 300 muertos por año. A esto hay que agregar el pésimo estado en que se encuentran las rutas y caminos, a pesar de que en la mayoría de ellas se cobran costosos peajes. La pregunta obvia es ¿por qué no se utilizan los peajes para los controles elementales?

Miguel Ángel Salvia, presidente de la Asociación Argentina de Carreteras señalaba hace unos años: “Para afrontar el crecimiento previsto de la economía y el incremento del tránsito, tanto de transporte de pasajeros como de carga, se necesita, para la próxima década, un shock de inversión de no menos de 100.000 millones de pesos en caminos, rutas y autopistas, tanto en la red vial nacional, como provincial”.

La Argentina tiene, con relación a su extensión territorial la mitad de caminos que Brasil y casi la cuarta parte de los que tiene España. Pero si se lo compara con uno de los países más desarrollados del mundo, el salto es abismal; Bélgica tiene 55 veces más caminos que Argentina. Por eso suena tan faraónico hablar del proyecto del tren bala, que en estos días, nuestra presidente negociará con Francia mientras que la imprescindible reactivación del ferrocarril Belgrano Cargas, por ejemplo es clave para la integración económica, ya que atraviesa 11 provincias y es el medio más económico para transportar la producción desde y hacia las provincias del noroeste, que pagan fletes muy costosos. Este proyecto es mucho más económico que el anunciado tren bala.

Hay allí claramente otra política de Estado que no podrá llevarse adelante con éste gobierno que tiene como responsable del área a un funcionario que exhibe un inexplicable crecimiento patrimonial, un desconocimiento supino sobre el área y una soberbia infinita, un funcionario que debería estar detenido. Hablo de Ricardo Jaime.

El de la salud tampoco puede ser un enunciado vacío. Porque a pesar del crecimiento económico detallado, las condiciones de salud física y psicológica de la población adulta han desmejorado severamente en los últimos años. Entre la población citada las mujeres, presentan una mayor propensión a padecer afecciones de distinto orden. Buen dato para la presidente que tanto reivindica la cuestión de género.

Más grave aun es la situación si observamos el análisis segmentado por sectores sociales, sobre todo teniendo en cuenta el tinte populista del gobierno. Así, cuatro de cada diez adultos sin estudios primarios completos presenta una situación de riesgo de malestar físico y psicológico, en tanto que tres de cada diez entrevistados con estudios primarios completos, exhiben esa situación. El 41% de los adultos que no tiene el primario completo está en riesgo de sufrir malestares físicos y mentales. Todo un dato, para quienes dicen defender a los más desprotegidos.

La Argentina se caracterizó, durante mucho tiempo, por tener una infraestructura social superior a la del resto de los países de América latina, esto es básicamente: educación, salud y vivienda. Lamentablemente, esto hace tiempo que terminó. La equidad social que queda demostrada a partir del equilibrio y de los buenos indicadores en estos temas de los que hablamos, se ha esfumado dando lugar a que quienes tienen mayor nivel de ingresos sean los que estén en condiciones de preservar mejor su salud y de acceder a superiores niveles de educación.

En la actualidad, la atención de la salud, ofrece estos datos: un 37,2% de personas dependen exclusivamente del sector público, mientras que el 55,7% pertenecen a obras sociales y el 9,7% son abonados de prepagas. Existe un franco retroceso del hospital público, que en muchos casos ha sido prácticamente abandonado, en muchos casos desmantelados, con un alto porcentaje de trabajadores en negro que no pueden acceder a una obra social y con salarios mas que magros, lo que provoca la fuga de muchos profesionales hacia los sistemas privados. Por éste camino es evidente la profundización de la inequidad.

Resultan bochornosos el presupuesto para educación y los salarios docentes, como también es bochornoso que se realice un pago “extra” para las fiestas a la clase pasiva pero se les niegue el pago del 82 % móvil como indica la ley y como está demostrado que el ANSES puede hacer. Son todos datos que se desprenden del discurso de la presidente de la mañana del día 1º de diciembre de 2010.

Lo peor es que todo esto ocurre mientras se reivindica el rol del estado, cuando en realidad se lo condena a transformarse en un “estado bobo” como el que tenía vigencia en la etapa del neoliberalismo a ultranza del gobierno de Menem, también justicialista.

La deserción estatal, es decir lisa y llanamente la falta de regulación y contralor por parte de las autoridades, se produce en aquellas actividades donde el gobierno lo permite para favorecer el capitalismo de amigos y los negocios conjuntos, como así también por falta de eficiencia en la gestión.

La inseguridad en la Argentina es una tragedia cotidiana, es casi de carácter endémico, no se manifiesta sólo temporalmente coincidiendo sus picos más altos con etapas de depresión económica. Tampoco se focaliza sólo en los grandes centros urbanos, azotados por la marginalidad y la pobreza. Se ha extendido a todo el territorio nacional abarcando incluso, zonas rurales que tiempo atrás, apenas la percibían.

El delito cabalga sobre la impunidad y en este punto la falta de capacidad en la gestión ha sido mayúscula. El locuaz y dicharachero ex Ministro del Interior y ahora de Justicia, nunca convocó al Consejo de Seguridad Interior en lo que va de la gestión K, a pesar que es el medio más idóneo y cercano que tiene para diagramar políticas públicas que permitan afrontar la lucha contra el delito.

Así, el delito se manifiesta con el ingenio suficiente para recrearse una y otra vez. Además de la pérdida de calidad de la educación, de la falta de contención familiar, de la proliferación en la utilización de drogas, del narcotráfico, se le agrega la ineficiencia en la acción del estado.

La deserción del estado en este punto es especialmente grave. Hemos visto como vecinos, en zonas rurales, se arman para protegerse, como ocurrió hace algún tiempo atrás en Tres Arroyos. También se advierte una suerte de proliferación de las agencias de seguridad privada, que sólo en la temporada estival tuvieron un incremento del 30% en la demanda de sus servicios, sustituyendo en la práctica una función estatal indelegable.

No hay dudas que la falta de seguridad es una de las sombras más marcadas de la actual administración y lo que es peor, no parece existir ningún plan para combatirla, ni tampoco se consulta al resto de las fuerzas políticas ni se abren canales de participación social para encarar este flagelo.

Es por todo esto que debemos ponernos en marcha de una buena vez.

Hasta hace un tiempo solíamos describir un escenario político en el que se vislumbraban tres grandes espacios hacia la elección de 2011.

El del kirchnerismo, que hemos definido en innumerables oportunidades y también en esta reseña, ha recuperado oxígeno a partir de la corriente de solidaridad que ha despertado sobre la figura de la presidente la reciente desaparición del ex-presidente Néstor Kirchner, referente real del espacio político que gobierna. Más allá de todo lo que significa su ausencia, fue llamativo como el elenco gubernamental aprovechó la ausencia de Néstor Kirchner, por ejemplo, para volver a negociar con los organismos de crédito y recuperar espacios y confianza en la banca internacional, como si la presencia del ex-presidente hubiera sido un impedimento en sí misma, tal cual escuchamos en las últimas horas.

Como fuere y mientras el empresario-sindicalista-paramilitar-camionero Hugo Moyano mantenga silencio y redefina su estrategia, el gobierno habrá recuperado algo de consideración en la opinión pública y un poco de espacio político.

El otro segmento, el del peronismo federal, se debilita cada vez más. Todas las semanas alguno de los gobernadores fundacionales del espacio decide desertar, si la apuesta del sector está esperanzada en la figura del jefe de gobierno porteño las chances son mínimas. Todos los días Macri desacierta con alguna nueva medida de gobierno, el marketing no alcanza para el manejo cotidiano de los asuntos del Estado y no todas las semanas podrá estar presente en las tapas de las revistas de actualidad con una nueva boda o con un nuevo evento social.

Y con respecto a la UCR y el espacio político que nos hemos propuesto reconstruir, está claro que necesitamos una reorientación. Nuestra fuerza era mejor antes de las elecciones del año pasado porque fue un error haber generado la expectativa de cogobernar.

No se puede volver a incurrir en el error de depender de algunas voluntades que no se van a conseguir nunca, sobre todo en el Senado Nacional, donde en mas de una oportunidad una errática conducción corría detrás de Carlos Menem, sí de Carlos Menem, para ver si el riojano responsable del desastre se iba a sentar en su banca o no para votar junto a la oposición. Si hay un radicalismo exitoso nadie podría creer que éste pueda ser encarnado por Gerardo Morales o por Ángel Rozas…

El kirchnerismo necesita que no se consolide una fuerza nacional, arraigada, con tradición y con la suficiente estructura para potenciar un proyecto político alternativo. El kirchnerismo, aun sin la presencia de su líder natural, necesita destruir al Radicalismo para lograr su objetivo de alternar rivales o adversarios como oponentes según su conveniencia momentánea. Esto le permitiría consolidar el verdadero proyecto estratégico de partido hegemónico dominante, con una oposición a su medida, que guarde la forma de una democracia formal pero que garantice que no habrá cambio en el poder.

El verdadero proyecto estratégico de los K es el de consolidar un poder económico que se exprese políticamente como hegemónico si se permite aquella premisa básica marxista: la estructura económica condiciona la superestructura política.

Por eso entendemos como muy saludable la reciente postulación del presidente del Comité Nacional como un presidenciable mas con que cuenta la UCR. Y entendemos que es muy importante porque el conjunto de los radicales está expresado de éste modo. Ernesto Sanz cuenta con todos los pergaminos. Es un “hombre de la resistencia” como se suele decir en la actualidad y ha realizado todo el escalafón, militando desde siempre en su San Rafael natal y también en su provincia. Y cuando debió asumir su banca en el Senado Nacional supo ser un legítimo representante de los intereses de su provincia y también de los intereses regionales manejándose con ductilidad en el Senado Nacional. Los que recuerdan la noche del célebre debate sobre la resolución 125 del ministro Martín Lousteau también recordarán la astucia con la que forjó ese escenario.

Por eso ahora sí estamos ante una posibilidad muy importante. Hay un mandato de la Convención Nacional que es el de reconstruir el partido, todos estamos con testez de esa situación. La posibilidad de la candidatura de Ernesto Sanz, que celebramos y avalamos, viene a llenar un espacio en el que se sentirán representados muchísimos radicales que hasta el momento no habían encontrado su opción. Y así, quien surja de la elección interna, tanto si el Poder Ejecutivo se digna a reglamentar la ley de internas abiertas o no, saldrá muy fortalecido. Será el próximo presidente de los argentinos.

Por eso hoy debemos continuar por el camino trazado, la primera y principal posta es la del fortalecimiento de la UCR con la convocatoria a cuadros, militantes y amigos para la conformación de equipos y grupos de trabajo y estudio. También es imprescindible la profundización de los acuerdos con los partidos y sectores afines que integran el ACyS, quienes decidieron bajarse, allá ellos, nunca se les cerró ninguna puerta ni se les negó ninguna posibilidad de debate, pero vamos a reforzar la estructura con la que vamos a gobernar.

Son desafíos enormes: consolidar la democracia, derruir el mito de que solo el populismo de origen justicialista puede gobernar, impulsar el desarrollo, alcanzar la felicidad de nuestro pueblo.

Son desafíos enormes. Son aquellos por los que abrazamos la militancia política y nos sumamos a la Unión Cívica Radical hace más de 40 años.

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